La falta de conocimiento sobre los cambios en las manifestaciones del TEA con la edad, la escasez de opciones de vivienda u ocio ajustadas a las necesidades del colectivo, los cambios en las principales personas responsables del cuidado en el núcleo familiar y la inflexibilidad de los recursos y de las figuras de protección existentes (por ejemplo, a nivel jurídico) son algunas de estas barreras. 

Cuando llegan a la edad adulta, las personas con autismo se enfrentan a barreras que pueden dificultar un envejecimiento activo, entendido como un proceso que persigue optimizar oportunidades en salud, participación y seguridad.

Soluciones

Para que las personas con autismo puedan disfrutar de un proceso de envejecimiento satisfactorio, es fundamental:

1

Aumentar el conocimiento sobre la interacción de los procesos de envejecimiento y las características propias del autismo.

2

Identificar las buenas prácticas que favorezcan el envejecimiento activo.

3

Promover el desarrollo de apoyos específicos en todos los ámbitos, con especial interés en el cuidado de la salud, la seguridad económica, las opciones de ocio ajustadas a sus necesidades y las medidas que aseguren que la persona pueda elegir el lugar y personas con las que convivir.

Unas manos sujetando un corazón de papel azul frente a un ordenador portátil

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