“Se hace uso de la palabra “autista” en términos peyorativos, discriminatorios y ofensivos con total impunidad”
- María del Carmen es madre de una niña con autismo de cuatro años.
- “Las familias afrontamos una complicada situación, por la falta de recursos y el enorme esfuerzo físico y psicológico que nos supone lidiar todos los días con situaciones discriminatorias que vulneran la dignidad de la persona autista”.
Emplear un lenguaje adecuado a la hora de hablar del autismo o de las personas autistas ayuda a promover una imagen positiva del colectivo y a desterrar prejuicios sobre el trastorno. Por ello, desde Autismo España insistimos en que se deben evitar términos y expresiones que pudieran resultar ofensivos para las personas en el espectro del autismo, así como el uso peyorativo de la palabra “autista”. En nuestro blog tenemos publicada una noticia al respecto.
Precisamente con el objetivo de concienciar a los medios de comunicación de esa importancia de emplear un lenguaje adecuado en las informaciones sobre el TEA, en 2019 editamos un Manual de estilo, con pautas y recomendaciones para tratar correctamente el TEA en una noticia.
El testimonio que compartimos hoy en Tal como somos, escrito por la mamá de una niña con TEA, incide en esta necesidad de hablar con propiedad y evitar afirmaciones que no se ajustan a la realidad, como referirse al autismo como una enfermedad.
TESTIMONIO DE MARÍA CARMEN ARANDA MARTÍNEZ
Mi nombre es María Carmen Aranda Martínez, soy mamá de una niña de cuatro años con diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista, retraso en el lenguaje y epilepsia.
Estoy en redes sociales desde hace poco más de un año con el propósito de visibilizar, por un lado, la situación tan complicada que afrontamos las familias de las personas autistas a diario por la falta de recursos y el enorme esfuerzo físico y psicológico que nos supone lidiar todos los días con situaciones discriminatorias que vulneran la dignidad de la persona autista, sea niño, adolescente o adulto. Y, por otro lado, la imperiosa necesidad de obtener más recursos para mejorar la calidad de vida de nuestros hijos y, por supuesto, también la de la persona autista adulta.
Desde el principio empecé a observar cómo, con total impunidad, se hacía uso de la palabra “autista” en términos peyorativos, discriminatorios y ofensivos. Tras el movimiento social, liderado por un conjunto de madres preocupadas por el uso ofensivo y discriminatorio que se hacía del término autista (@anabelcornago y @autismocondignidad), al que nos sumamos muchas otras familias, se consiguió que el Senado aprobara la petición a la RAE para que se recogiera en su 3ª acepción su uso con carácter “ofensivo y discriminatorio”.
Pues bien, hay infinidad de noticias que hacen referencia al autismo como una enfermedad, cuando esto NO es así. El autismo es una CONDICIÓN DEL NEURODESARROLLO y, sin embargo, todavía seguimos leyendo en la prensa escrita y medios digitales que nuestros hijos “padecen autismo” o “están enfermos de autismo”, entre otras muchas afirmaciones que no se ajustan para nada a la realidad.
A esto se suma el mínimo esfuerzo que hay que hacer para encontrar cómo por parte de políticos e intelectuales de este país -que disponen de un altavoz enorme como es la prensa- siguen utilizando la palabra “autista” como sinónimo de personas o cosas “que no están en este mundo, que no sienten, que no se expresan, que no comunican, que no deciden”; en definitiva, les atribuyen a su condición de forma implícita el adjetivo de ciudadanos de segunda, al referirse a ellos en términos ofensivos y claramente discriminatorios y que, por desgracia, se encuentran muy arraigados en nuestro contexto social.
Me gustaría que me ayudaran en la labor de informar de forma fehaciente a las Federaciones, Asociaciones y Organizaciones de periodistas de nuestro país, de un lado, para que antes de publicar una noticia que tenga que ver con la salud o condición de cualquier ciudadano hagan uso de sus códigos deontológicos e informen verazmente de qué se trata y, de otro lado, que absolutamente todos los medios de comunicación dispongan de un defensor del lector que resuelva con celeridad no sólo la mera rectificación cuando publica la palabra “autista” en una noticia en términos ofensivos y discriminatorios, sino ir un poco más allá y que exista una disculpa pública.
Estoy convencida de que disculparse es un acto que humaniza a la persona que, probablemente de forma involuntaria, ha cometido una equivocación y es un gesto de empatía hacía un colectivo minoritario que se esfuerza, minuto a minuto, por conseguir una equiparación de derechos tanto sociales como educativos, así como un paso más hacia la sensibilización de la sociedad sobre esta condición que, sin duda, aportaría un enorme valor para concienciar sobre cómo evitar situaciones de bullying y de discriminación en la sociedad que puedan desencadenar en un delito de odio (cansadas estamos las familias de verlo en las noticias).
Desconozco a quién debo dirigirme de forma concreta, por eso les hago llegar esta carta por este medio.
Muchas gracias por su tiempo y dedicación