La nueva Ley de Función Pública puede ser una oportunidad única para mejorar la empleabilidad de las personas con trastorno del espectro del autismo (TEA), que conforman el colectivo de la discapacidad con la tasa más alta de desempleo: entre el 76% y el 90% no tienen trabajo y no desarrollan ninguna actividad productiva o laboral, según cifras de Autismo Europa.
Disponer de un empleo es esencial para garantizar la calidad de vida, el desarrollo personal y la participación social de colectivos especialmente vulnerables, como lo son los hombres y las mujeres en el espectro del autismo, y sin duda, el empleo púbico supone una gran oportunidad para lograrlo con estabilidad. Sin embargo, por su especificidad, muchas de las personas con autismo no pueden ejercer este derecho constitucional; por ello, desde la Confederación Autismo España y la Confederación Asperger España trabajamos intensamente para promover que el empleo público sea una oportunidad real y efectiva para las personas con autismo.
En este contexto, Autismo España ha propuesto una serie de enmiendas a la Ley de Función Pública, que han sido registradas por varias fuerzas políticas y que se votarán en el Congreso de los Diputados en los próximos días, con el objetivo de que se haga una reserva de plazas específica del 1% para TEA dentro del cupo de plazas reservadas a las personas con discapacidad. Y es que, a día de hoy, buena parte de las personas en el espectro del autismo, a pesar de disponer de certificado de discapacidad, quedan privadas del derecho a acceder a un empleo público a través de estas plazas reservadas; en concreto, aquellas que:
Mejorar el acceso al empleo público para las personas con TEA es una demanda histórica del movimiento asociativo del autismo, como lo fue la aprobación del nuevo baremo para la valoración y calificación del grado de discapacidad, que reconoce específicamente el trastorno generalizado del desarrollo (trastorno del espectro del autismo conforme a las clasificaciones diagnósticas internacionales actualizadas), de manera independiente y diferenciada del diagnóstico de discapacidad intelectual. Este reconocimiento visibiliza el impacto que las características nucleares del TEA tienen por sí mismas en el funcionamiento adaptativo y en la calidad de vida de las personas que lo presentan, y evidencia la necesidad de garantizarles los apoyos que precisan a lo largo de todo su ciclo vital.