«En nuestros ratos de cocina, Carla se divierte y adquiere un mayor grado de autonomía»
- Compartimos el testimonio de Carolina Bellver, madre de una joven con autismo que ha encontrado en la cocina una manera de divertirse y aprender.
TESTIMONIO DE CAROLINA BELLVER
Carla es una jovencita muy especial, a sus 18 años (recién cumplidos) está diagnosticada con Trastorno del Espectro Autista y es no verbal. Esto significa que no es como los autistas que salen en las películas, grandes genios matemáticos. Ella es genial… a su manera, pero su gran limitación es la imposibilidad para comunicarse, no tiene un lenguaje oral (a pesar de llevar en terapia desde los 2 añitos) y su intención comunicativa empezó a aflorar hace poquitos años.
Ante esta situación, se hace imprescindible una dosis extrema de empatía y comprensión y aprender a desarrollar una paciencia infinita, además de aprender el uso de mil herramientas como los pictogramas que forman parte de nuestra vida diaria. A los amigos que nos hemos ido encontrado en nuestro camino siempre les digo que, para ella, entender el mundo que le rodea no es fácil, debe ser algo así como el argumento de la película “Lost in Traslation”, donde la protagonista se ve de golpe perdida en Tokio sin hablar ni una palabra de japonés. Es fácil imaginar el nivel de estrés, incertidumbre y ansiedad que sufren estos niños ante semejante dificultad comunicativa y eso, como padres y madres, es una constante en nuestras vidas.
Asumiendo esta realidad que les sumerge en su propio mundo interior, se hacía necesario ver cómo conectar ahí dentro, para poder empezar a tirar del hilo y sacarla de ese aislamiento comunicativo, y para Carla la comida siempre ha sido el mejor estímulo posible.
Ya en plena adolescencia, una etapa en la que sus gustos van cambiando y madurando como los del resto de niños del mundo, vimos que la cocina le ofrece además, dos posibilidades muy buenas: la gratificación instantánea (ella se come lo que acaba de preparar) y la posibilidad manipulativa (siempre le ha encantado toquetearlo todo). Así que se nos ocurrió que crear un entorno divertido y estimulante, en el que se refuerzan vínculos y que a su vez es un momento de aprendizaje, era un buen plan.
En nuestros ratos de cocina, Carla se divierte, juega con las masas (que va probando y comiéndose cada dos por tres) y a la vez aprende ya que, al estar tan motivada, asimila no solo rutinas básicas de alimentación y adquiere un mayor grado de autonomía, sino que también hemos incorporado en el juego el comunicador digital con el que, hasta hace poco, no habíamos tenido éxito. Carla se concentra en las tareas (algo difícil para los niños TEA), fija su atención y además se la ve feliz y disfrutando.
En este contexto, uno de nuestros terapeutas en la Fundación Mira’m (a quienes siempre estaremos agradecidas) nos recomendó dar visibilidad a nuestra actividad culinaria y crear un canal de cocina en Instagram: @CocinaCarlayCarolina. Con ello no pretendemos llegar a ningún concurso de cocina, ni mucho menos, pero sí visibilizar los momentos de juego y entornos de aprendizaje que se pueden crear en la vida cotidiana y que además son un placer para ambas. Porque al final todos, como madres y padres, lo que buscamos es que nuestros niños sean felices, y sí, los niños TEA también pueden ser niños felices si les ayudamos con nuestro cariño y comprensión.