«Para un niño TEA, un comedor escolar es un lugar amenazante, invasivo y un tormento para su sistema sensorial»
- Compartimos una reflexión de Carmen Muro, abuela de dos niños autistas y ex psicóloga en atención temprana, sobre la necesidad de crear entornos menos invasivos para los menores con autismo.
COMEDORES EN AULAS TEA
Invito a reflexionar tanto a docentes como a padres sobre este tema. En muchos colegios preferentes de TEA está pendiente resolver un tema importante que no sólo afecta a la salud mental y emocional de nuestros niños, sino también a su salud física.
Los niños con TEA tienen un importante trastorno sensorial que les hace bloquearse, estallar o replegarse sobre si mismos.
Oído: Los ruidos numerosos, incontrolables y desquiciantes les dejan fuera de cobertura (cucharas, platos, voces niños, de adultos, sillas..)
Sistema interoceptivo: sus sensaciones de hambre, sed..se ven mas alteradas que de costumbre con el estrés.
Sistema de comunicación social: El elevado número de niños y adultos (es habitual comedores de más de 150 personas) les abruma sobremanera y se dificulta su capacidad de entender consignas sencillas.
Tacto: Suelen tener problemas con las texturas de los alimentos y con comer la comida mezclada (mejor arroz y salchichas que arroz con salchichas) y con estrés esto se agudiza.
Tras una jornada en que se cuidan todos los aspectos de su desarrollo, tanto en el aula ordinaria como sin duda en las aulas TEA, tras un trabajo especializado e intencional muy importante de los docentes implicados, los niños van al comedor. A veces les avisa una sirena¡¡
Van en fila (eso también les cuesta) y a menudo intentan ponerles primeros o últimos. A veces sin resultado. Pensemos en una situación nuestra que nos haga comprender la de ellos. ¿Qué lugar de la fila sería nuestro ideal si nos llevaran a un cuarto lleno de bichos?
Para un niño TEA un comedor escolar es un lugar amenazante, invasivo y un tormento para su sistema sensorial. Deben enfrentarse en ese estado a ruidos, movimientos de personas, comidas… Las bandejas: suelen tener huecos para vaso, pan, postres, primero, segundo con proteína y ensalada.. todo junto en un mismo espacio, la bandeja. Otro momento complicado.
Deberían tener un comedor aparte o comer media hora antes. Con bandejas donde los alimentos y objetos no estuvieran tan juntos. El estrés provocado por estas circunstancias eleva sus niveles de intolerancia. Se comportan peor, comen peor o dejan de comer.
Por eso es la salud emocional y la física la que está en juego. O no comen o lo hacen mal a base de “tragarse” el estrés. Ya lo soltarán más tarde, en sus lugares seguros.
Entendemos que no siempre es fácil organizar este momento de manera perfecta, pero seguro que hay decisiones que pueden tomarse para acercarnos más a ella. Si entendemos la gravedad del tema, seremos capaces de crear entornos menos invasivos.
Nadie entendería en un colegio preferente de alumnos con discapacidades motoras que un alumno en silla de ruedas tuviera que ir al comedor en un segundo piso, sin ascensor. Obvio. Su imposibilidad es objetiva. La de los niños TEA también, pero la primera es más tangible, se ve y la otra es “invisible” si no nos paramos a mirar desde sus ojos. No es una solución que no coma nada o que sus padres se lo lleven a casa a comer.
Las vidas de los padres de alumnos con discapacidad ya están muy condicionadas por esta circunstancia. No se les puede pedir que renuncien a trabajar, estudiar o quitarles el derecho a una jornada escolar completa para sus hijos. Debemos encontrar un camino.
Pedimos desde los centros un esfuerzo en entender que los niños con TEA tengan blindado su derecho a comer con la atención que necesitan. Así los esfuerzos de todos durante el resto de la jornada se multiplicarán al eliminar ese momento desestabilizador diario.
Aprovechamos para proponer música suave en lugar de sirenas para informar del inicio o finalización de las clases.
Permitir un último ejemplo porque sólo entendiendo el por qué, lograremos crear un mundo mejor.
Los bomberos son conscientes de los peligros que “pueden” tener en su jornada. Se ponen trajes especiales, guantes, cascos…
Los buzos conocen la importancia para su supervivencia de ir con neopreno, máscaras, aletas, botellas de aire..
Los niños con TEA necesitan un mundo previsible para “estar más en paz”. Y no es el caso ni en casa y menos en el cole. Por eso necesitan su Equipo de protección. Ante “tanta imprevisibilidad” ellos se refuerzan con chupete, sus abrigos, gorros, gafas, sus estereotipias, su esconderse debajo de la mesa, sus andares de puntillas, sus rincones de aislamiento, sus objetos personales que necesitan no como juego sino como elemento de seguridad, son sus arsenales de defensa para antes o de auto-regulación para después. Todos sus sistemas desregulados les complican y complican la labor de todos los que con tanto cariño y profesionalidad intentar generarles oportunidades.
Comprender para actuar. Por ellos y por el respeto que merecen los que trabajan para mejorar sus vidas.