“Marc, por encima de todo, es un niño feliz. Su seña identitaria es su sonrisa, su facilidad y predisposición para una carcajada”
- Compartimos el testimonio de Manel, padre de Marc, un pequeño de 3 años con autismo.
- "El desconocimiento del autismo te hace pensar en los estereotipos más básicos y fundamentales, fruto de la televisión, las interpretaciones o las experiencias con aquellos casos más destacables".
Aunque cada vez existe un mayor conocimiento social sobre el trastorno del espectro del autismo (TEA), es necesario insistir en que debemos dejar a un lado los estereotipos y falsos mitos que aún hoy persisten en torno al TEA. “Conocer para comprender”, para empatizar con las personas en el espectro del autismo y sus familias y entender que cada una es diferente y tiene sus propias capacidades, necesidades e intereses.
Os animamos a leer este interesante testimonio de Manel, padre de Marc, un niño de 3 años con TEA, en el que comparte lo que supuso para su familia recibir el diagnóstico, la falta de información al respecto, los puntos fuertes y débiles de su hijo y los avances que hace cada día.
Testimonio de Manel, padre de Marc
Mi nombre es Manel, y soy padre de Marc, niño de 3 años y medio diagnosticado con autismo.
Recibimos el primer «diagnóstico» a los 15 meses, por parte de una entidad privada. Sospechábamos que algo no iba del todo bien, puesto que Marc no nos miraba nunca a los ojos, no respondía por su nombre, no nos señalaba aquello que quería y tendía a repetir secuencias de juego durante largos ratos.
Al recibir el primer diagnóstico, obviamente el impacto fue tremendo. El desconocimiento del autismo te hace pensar en los estereotipos más básicos y fundamentales, fruto de la televisión, las interpretaciones o las experiencias con aquellos casos más destacables.
Fue difícil informarse, formarse, saber dónde acudir y qué teníamos a nuestro alcance. Siempre he comentado con mi mujer que lo más destacable de todo aquel proceso fue lo desamparado que te encuentras y la carencia absoluta de inmediatez a la hora de atenderte por parte de los servicios sociales, y eso que residimos en una gran ciudad como Barcelona.
Pero lo importante es Marc, y él está rompiendo barreras y estereotipos a diario.
Marc siempre ha sido extremadamente cariñoso. Busca constantemente el contacto, a veces con rudeza, y no sabe o no quiere hacer nada sin nosotros. Es muy sociable, sobre todo con los adultos; quizá encuentra que nuestro comportamiento es más predecible, y le encanta rodearse de personas en casa, en el parque y en cualquier situación posible.
Marc no habla, excepto algunas cosas que le resultan extremadamente interesantes. Cuenta hasta 5 en tres idiomas, se sabe el abecedario en inglés, cuenta hasta 20 en castellano y le encanta nombrar a los animales y sus onomatopeyas constantemente. Sin embargo, no dice «agua» o «pan», ni me dice «papá» habitualmente. Tampoco sabe decir «Marc», pero distingue un gallo de una gallina, o un burro de un caballo sin problemas.
Si bien es cierto que Marc no habla, también es cierto que no se calla. Se pasa el día canturreando, en su propio idioma, todas las canciones que ha escuchado, aunque sea una sola vez. Es increíble la capacidad que tiene para retener melodías en esa cabecita encriptada.
Marc come casi de todo, y ¡mucho!, pero no le gustan las cosas granuladas como el arroz, los guisantes, las lentejas o los garbanzos, aunque si se los trituras un poco… le encantan.
También duerme, pero tiene que ser abrazado a papá o a su mami. Sin nosotros se siente solo y eso es lo que más teme: la soledad.
Porque Marc, por encima de todo, es un niño feliz. Su seña identitaria es su sonrisa, su facilidad y predisposición para una carcajada, la búsqueda constante de las cosquillas y de todo aquello que consigue hacerlo reír.
Es cierto que es duro. Hay días para olvidar, ya que sus frustraciones están al nivel de su condición y son explosivas y violentas, pero la retribución de su mirada, cuando la fija, y de sus pocas palabras, cuando las dice, pagan de sobra todo lo sufrido.
Gracias por vuestro trabajo, por intentar crear el espacio suficiente para que personas como mi hijo puedan desarrollarse en un mundo que les resulta tan extraño.