“Con el apoyo de mi familia y de la asociación, iré superando las dificultades que vayan surgiendo”.
- Compartimos el testimonio de Jorge, persona autista que recibió el diagnóstico a los 33 años.
- "Cuando era pequeño sufrí bullying en el colegio. El bullying dio paso al mobbing y muchos trabajos solo me duraban de media un mes".
Tener una discapacidad o “ser diferente” multiplica hasta cuatro veces el riesgo de ser víctima de acoso escolar. Es por ello que el alumnado con trastorno del espectro del autismo (TEA) es uno de los más vulnerables y con mayor riesgo de sufrir bullying. Así lo confirma este testimonio que nos envía Jorge, una persona autista que fue diagnosticada siendo adulta, lo que provocó que también tuviera que hacer frente a situaciones de acoso laboral, por no poder contar con los apoyos necesarios.
Una vez más, insistimos en que solo desde el conocimiento de la especificidad y singularidad del autismo podremos avanzar hacia una sociedad más tolerante y respetuosa con la diversidad, en la que todas las personas puedan participar en igualdad de condiciones.
Testimonio de Jorge, persona autista
Me llamo Jorge y soy una persona autista de diagnóstico tardío. En mi caso me dieron el diagnóstico de Asperger (antigua clasificación) a los 33 años. Me considero una persona creativa a la que le gusta la informática, la naturaleza, las películas y el teatro musical.
Cuando era pequeño sufrí bullying¹ en el colegio. Fuera por una razón u otra, el tema se prolongó durante años, incluso me transmitieron que el problema era yo. Cuando salí no sabía qué hacer con mi vida. Mis padres hicieron desaparecer los libros incluso. No recuerdo nada de esa época, hay un “agujero negro” mental y me han tenido que contar cosas.
Me metí en un curso que tuve que dejar por una depresión fuerte, tuve pensamientos suicidas… no recuerdo nada.
Tanto en el colegio como fuera, pasé por una procesión de psicólogos; nadie encontraba nada. Incluso llegaron a decir que eran cosas de mi madre, que me iba a provocar algo. Nadie sabe la razón por la que me recuperé, pero el caso es que, después de un año, estaba fuera de ese “pozo”.
El bullying dio paso el mobbing² y muchos trabajos solo me duraban de media un mes. En aquel tiempo no se sabía qué andaba mal conmigo: muchos síntomas pero ninguna respuesta.
Un día mi madre estaba hablando con una amiga sobre el hijo de esta y mi madre me vio reflejado a mí de pequeño. Su amiga le puso en contacto con la asociación a la que iba y (al cabo de un tiempo) recibí el diagnóstico: mis síntomas eran compatibles con un síndrome de Asperger (antigua clasificación), por lo que me sentí muy aliviado al saberlo.
Desgraciadamente, falta aún mucho camino por andar en la sociedad, pero estoy convencido de que, con el apoyo de mi familia y de la asociación, iré superando las dificultades que vayan surgiendo.