«Hay que ponerle voz a nuestras experiencias, hay que pedir ayuda, información y ayuda de nuevo, porque no estamos solos y no somos pocos»
Romina Careri es la madre de Koru, un pequeño de dos años diagnosticado de trastorno del espectro del autismo (TEA) hace tan solo unos meses. Hace unos días contactó con nosotros por email para contarnos la situación que estaba viviendo a un día de viajar en avión a Argentina, su país natal. La aerolínea no le confirmaba si su perro, compañía y soporte emocional fundamental para su hijo, podía viajar con ellos. Romina se quejaba de que las aerolíneas no contemplan el autismo como necesidad especial, a la vez que reivindicaba una mayor sensibilización social para crear «un mundo más justo, empático y compasivo».
Tras conocer su situación, desde Autismo España contactamos con AENA y, como asegura Romina en su testimonio, «la experiencia tan temida se volvió agradable». No solo pudieron viajar junto a su perro, sino que les facilitaron la experiencia en el aeropuerto para que su hijo no tuviera que esperar colas ni estar sobreexpuesto a un exceso de estímulos, luces y sonidos. Reproducimos a continuación su testimonio:
Testimonio de Romina Careri #TalComoSomos
Hola a todos, quisiera compartirles un pedacito de nuestra historia. Mi nombre es Romina, soy Argentina y resido en España junto a Koru, mi peque de dos años, y Oddi, nuestro perro. Hace cinco meses, Koru fue diagnosticado de TEA.
Estar lejos de casa y de la familia no es fácil. La condición de Koru y las crisis se van haciendo más intensas a medida que crece y trabajar se ha vuelto imposible. Después de su último episodio, decidimos viajar a Argentina unos meses para poder estabilizarnos. Sacamos los pasajes por Iberia y reservamos el lugar para Oddi que, por exceder los 8kg, viajaba en bodega. Una semana antes del viaje empezamos con los preparativos: PCR, declaración jurada, permiso de inmigración para Oddi, desparasitarlol, las maletas, los juguetes de Koru… Preparamos a Koru mostrándole pictografías de aviones. Los nervios a flor de piel.
Los días pasaban pero Iberia no confirmaba el espacio para nuestro perro y en cada llamada me tomaban la reserva desde cero como si no la hubiese hecho. Les expliqué la situación, Oddi ayuda mucho a mi peque, lo calma y además lo amamos; sin él no viajábamos, pero nadie me prestó atención. Iberia sólo contempla como discapacidad la movilidad reducida y la no videncia… El resto sólo se contempla si uno viaja o viene de Estados Unidos, por lo que no teníamos ningún tipo de asistencia. En la desesperación de estar a horas de viajar y no tener respuestas de la compañía, busqué grupos de autismo para pedir ayuda y encontré la publicación #TalComoSomos en Facebook de Autismo España, invitando a compartir nuestras experiencias, y les escribí.
Para mi sorpresa, respondieron a la brevedad y se comunicaron con AENA contándoles nuestra historia. Estábamos camino al aeropuerto y me encuentro con un WhatsApp de Julia Córdoba, personal de AENA, pidiéndome que me comunicara con ella para facilitarnos el viaje. Desde ese momento, todo cambió. Nos recibieron y ayudaron con el equipaje, no hicimos filas, estaban enterados de que el perro viajaba y reservaron el lugar… En fin, la experiencia tan temida se había vuelto agradable. Koru hasta ese momento miraba todo con asombro. Salimos desde La Coruña y combinamos el vuelo en Madrid, donde trabaja Julia Córdoba. El único gran inconveniente fue antes de abordar al avión. Después de tanta ayuda, un señor bastante desagradable y temperamental nos dijo que no podíamos volar porque nuestro PCR estaba vencido y nos apartó de la fila sin más. Ahí otra vez se complicó todo, Koru empezó a los gritos crisis tras crisis, tirado en el piso; yo llorando sin saber qué pasaba, explicándole a este señor que estaba equivocado, que se calcula el embarque desde el primer avión. Llamé a Julia y a la embajada Argentina y alguien o todos lo solucionaron. Pero fue eterno y recuerdo a otra señorita del personal del aeropuerto que me dijo al oído «Ya lo solucionaron, pero si seguís llorando voy a tener que llamar para que te asistan y ahí sí que no volás, así que dejá de llorar» (Aclaro que se me caían las lágrimas de la impotencia y el agotamiento…¡pero ni ruido hacía!). Finalmente abordamos y Koru se durmió.
Si la Confederación Autismo España no hubiese dedicado su tiempo y esfuerzo para contactarme a contrarreloj, la historia hubiese sido muy diferente. Si Julia Córdoba no hubiese sido tan amable y resolutiva tampoco hubiésemos viajado. Infinitas y eternas gracias. Evidentemente hay que ponerle voz a nuestras experiencias, hay que pedir ayuda, información y ayuda de nuevo, porque no estamos solos y no somos pocos.
Romina Careri