Desde Autismo España nos esforzamos cada día por visibilizar la realidad de las personas con trastorno del espectro del autismo (TEA) y promover una imagen real y positiva, que contribuya a su normalización en la sociedad. Porque solo a partir del conocimiento podremos generar empatía, dejar a un lado los prejuicios y conseguir el respeto que el colectivo se merece.
Testimonios como este de Carola, madre de una niña diagnosticada de TEA, ayudan a entender algunas de las situaciones que se presentan en la vida cotidiana que permiten conocer un poco más sobre el trastorno, y nos impulsan a seguir trabajando para concienciar del valor que las personas con autismo aportan a la sociedad.
El PARQUE NUEVO
(Un recuerdo de hace dos años. ¡Pronto podremos volver a compartir tantas cosas! Y no tener miedo a compartir espacios. Queda un pequeño esfuerzo y llegará)
Hoy hemos ido a un parque nuevo. Habíamos ido el sábado y a Irene le encanta, hay muchos juegos nuevos. Hay un columpio que es como una hamaca y se suben varios niños.
El otro día, un papá estaba hamacando a su niña y le dijo a Irene si quería subir; ella subió y estuvo feliz.
Esta tarde, Irene volvió a subir y vino una niña de su edad que se quedó en el poste del columpio mirando. Le dijimos si quería subir y nos dijo que no, que ella subía con sus amigas, que estaba ahí porque esperaba a que nos fuéramos para subirse.
Así a priori suena muy fría la respuesta y la niña. Pero hay algo claro: los niños no tienen frialdad.
Pensé en el momento: «¡Qué duro, ella que quiere integrarse, que le encanta jugar con los niños, con lo que le ha costado dar el paso y que ocurra esto ahora!»
Pero la niña no sabía que Irene tenía autismo ni todo el esfuerzo y camino que le llevó llegar a poder compartir juegos…
Me dí cuenta de muchas cosas cuando, al rato, Irene se bajó y la madre de la pequeña, de lejos, le dijo: «¿Quieres que llame a tus amigas para subir?» (no dijo «tus amigas», dijo los nombres, que no recuerdo). La madre tenía cara de buena persona; iba también con otra niña en brazos. EN NINGUNA DE LAS DOS HABÍA MALDAD, SINO HÁBITO.
Por lo visto, en el parque se suben a la hamaca los grupos de amigos y hacen cola para tener su turno. Por eso, la niña nos dijo que estaba esperando que nos fuéramos para subir con sus amigas, así de sencillo. Por eso, la madre alerta a que la hamaca se vaciara…VACIARA…Porque, hoy en día, las personas se vuelven cosas y las cosas, lo más preciado.
El trasfondo del automatismo de la madre y la hija, del hábito sin maldad, es lo frío. Lo frío es que la gente se protege de romper los hábitos por miedo a discriminación, pienso yo…Es mi interpretación…Hay mucho miedo a diferenciarse…¡como para acercarse al diferente!
Hay mucho que hacer en la labor de concienciación para que no haya discriminación. Hay muchos frentes que abordar. Uno de ellos, que la gente no tenga miedo a la gente. EL MIEDO A LA DISCRIMINACIÓN ES LA RAÍZ DE LA EXCLUSIÓN.
Abrazos. Carola