Declaración de Autismo España sobre la iniciativa del secretario de Salud de Estados Unidos sobre la “epidemia de autismo”
- Rechazamos la iniciativa liderada por el Sr. Robert F. Kennedy Jr. para investigar “la causa de la epidemia de autismo”, por ignorar el conocimiento y la evidencia científica acumulada, y por su potencial perjuicio para la salud pública global.
- Alertamos a las instituciones nacionales e internacionales sobre el riesgo que supone dar un altavoz a discursos populistas y ya superados por la evidencia científica existente, que vulneran los derechos y la dignidad de las personas con autismo.
- Reafirmamos nuestro compromiso con la investigación ética, basada en evidencia, y con la divulgación de conocimiento riguroso y contrastado sobre el autismo, con el objetivo de garantizar los derechos y la calidad de vida de las personas que forman parte de este colectivo.

Ante la reciente iniciativa anunciada por el secretario de Salud de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., en la que afirma su intención de descubrir “la causa de la epidemia de autismo” antes de septiembre de 2025 —y considerando los actores implicados, las líneas anunciadas y los precedentes del propio responsable—, desde Autismo España expresamos nuestro más firme rechazo a esta propuesta, por contravenir los principios de la ciencia, la salud pública y la dignidad de las personas autistas.
No existe una ‘epidemia de autismo’: hay una mejor identificación, más conocimiento y mayor conciencia social
La evidencia científica indica que el aumento en las tasas de diagnóstico del trastorno del espectro del autismo en las últimas décadas se debe principalmente a factores como (Lord et al., 2020):
- la revisión y ampliación de los criterios diagnósticos,
- la mayor conciencia social y profesional,
- y el mejor acceso a servicios clínicos y educativos en muchos países.
Por tanto, hacer referencia a un “epidemia” no sólo es científicamente incorrecto, sino socialmente alarmante y estigmatizante.
Las vacunas no causan autismo: existe un consenso científico y profesional global en todo el mundo
Numerosos metaanálisis y estudios epidemiológicos a gran escala han demostrado, hace años y de forma concluyente, que no existe una relación causal entre la vacunación infantil y el desarrollo del autismo. Asimismo, la comunidad científica internacional, asociaciones profesionales de distintas disciplinas, así como organismos de referencia como laOrganización Mundial de la Saludo el propio Ministerio de Sanidad español han declarado repetidamente que las vacunas son seguras y no están asociadas con el autismo, publicando numerosos informes que desmontan este bulo.
Por otro lado, la promoción de hipótesis desacreditadas sobre las supuestas causas del autismo suele ir acompañada de la participación de personas sin credenciales científicas válidas, apartadas del ejercicio profesional o implicadas en prácticas pseudocientíficas. Este es el caso del Dr. Andrew Wakefield, que en los años 90 publicó el estudio que dio lugar al bulo sobre la supuesta relación entre la vacunación infantil y el autismo. Este trabajo fue finalmente retirado de la revista científica donde se publicó por ser el resultado de un fraude. Asimismo, a Andrew Wakefield se le retiró su licencia médica para ejercer en el Reino Unido por faltas éticas graves. Desde entonces, y a pesar de la evidencia, otras figuras públicas han vinculado falsamente las vacunas, u otros factores como los alimentarios, con el autismo, sin base científica alguna.
Incluir en iniciativas oficiales a este tipo de agentes, con antecedentes éticos y profesionales cuestionables, desacredita la seriedad de cualquier proceso investigador desde el inicio. Además, compromete su validez y refuerza un enfoque ideológico y sensacionalista, alejado del rigor metodológico que exige la investigación sobre el autismo, y del interés genuino por mejorar la vida de las personas que conviven con este diagnóstico.
El autismo no es una enfermedad: es una condición del neurodesarrollo que forma parte de la diversidad humana
El autismo no es una enfermedad que prevenir ni una patología a eliminar. Es una condición del neurodesarrollo con una base biológica compleja, que configura formas diversas de percibir, procesar e interpretar la información, y, por lo tanto, de comprender e interactuar con el entorno. Así lo reconocen organismos internacionales, comunidades científicas, asociaciones profesionales y, especialmente, las organizaciones de personas con autismo y sus familias, que reclaman un enfoque social basado en los derechos humanos que respete y celebre la diversidad.
Los marcos actuales, como la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF, OMS, 2001) y la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD, ONU, 2006), inciden en que las dificultades que pueden experimentar las personas autistas emergen de la interacción entre las propias características que definen el autismo y las barreras sociales, comunicativas y estructurales que existen en la sociedad, y no de un “déficit” intrínseco.
Desde esta perspectiva, el abordaje del autismo debe centrarse en facilitar apoyos individualizados, en eliminar barreras y estigmas sociales, y en garantizar los derechos fundamentales, pero no en intentos de buscar una causa única o una “cura”.
Promover enfoques médicos restrictivos y reduccionistas perpetúa la estigmatización y desenfoca las prioridades que deben abordar tanto los poderes públicos como el conjunto de la ciudadanía, construyendo una sociedad accesible, respetuosa con los derechos humanos y centrada en promover la calidad de vida con un enfoque centrado en la diversidad.
En defensa del rigor científico y los derechos de las personas en el espectro del autismo
Desde Autismo España, como entidad comprometida con los derechos de las personas con autismo y sus familias, y en el avance social basado en la evidencia y el conocimiento científico:
- Rechazamos la iniciativa liderada por el Sr. Robert F. Kennedy Jr. para investigar “la causa de la epidemia de autismo”, por ignorar el conocimiento y la evidencia científica acumulada, y por su potencial perjuicio para la salud pública global.
- Alertamos a las instituciones nacionales e internacionales sobre el riesgo que supone dar un altavoz a discursos populistas y ya superados por la evidencia científica existente, que vulneran los derechos y la dignidad de las personas con autismo.
- Reafirmamos nuestro compromiso con la investigación ética, basada en evidencia, y con la divulgación de conocimiento riguroso y contrastado sobre el autismo, con el objetivo de garantizar los derechos y la calidad de vida de las personas que forman parte de este colectivo.