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Autismo España rechaza rotundamente las declaraciones de Trump que vinculan el paracetamol con el autismo

  • El presidente de Estados Unidos ha recomendado a las mujeres embarazadas no tomar este fármaco, pese a que la comunidad científica lo considera seguro, a diferencia de otros analgésicos que pueden tener efectos secundarios durante la gestación.
  • La Administración estadounidense también aprobará el tratamiento con leucovorina, una variante del ácido fólico, como un medicamento que puede contribuir a reducir los síntomas del autismo.
  • Estas declaraciones van en contra de la evidencia científica y suponen un riesgo para la salud pública.

La Administración Trump ha presentado a última hora de ayer su plan para actuar ante lo que considera un «aumento meteórico del autismo» en Estados Unidos. La estrategia incluye dos medidas principales: evitar el uso del paracetamol durante el embarazo y promocionar la leucovorina como tratamiento para niños y niñas autistas.

La Confederación Autismo España, como representante del movimiento asociativo del autismo en nuestro país, muestra su absoluto rechazo y preocupación ante estos anuncios, insistiendo en que carecen de toda evidencia científica y que pueden suponer un potencial perjuicio para la salud pública global.

Por ello, alertamos a las instituciones nacionales e internacionales del riesgo que supone dar un altavoz a discursos populistas y ya superados por la evidencia científica existente, que vulneran los derechos y la dignidad de las personas con autismo. Desde Autismo España reafirmamos nuestro compromiso con la investigación ética, basada en evidencia, y con la divulgación de conocimiento riguroso y contrastado sobre el autismo, con el objetivo de garantizar los derechos y la calidad de vida de las personas que forman parte de este colectivo.

No hay investigaciones que prueben la relación entre el paracetamol y el autismo

El presidente estadounidense, Donald Trump, acompañado de su secretario de Salud, Robert F. Kennedy, ha recomendado a las mujeres embarazadas no tomar paracetamol (comercializado como Tylenol en Estados Unidos), pese a que la comunidad científica lo considera seguro, a diferencia de otros analgésicos que pueden tener efectos secundarios durante la gestación.

La evidencia científica actual desmiente rotundamente la relación entre paracetamol y autismo, concluye uno de los estudios más relevantes sobre este asunto (Ahlqvist et al., 2024):

  • El uso de acetaminofén (tylenol) durante el embarazo no se asocia con mayor riesgo de autismo, TDAH o discapacidad intelectual en los hijos.
  • Los análisis iniciales que mostraban un mayor riesgo desaparecieron al comparar pares de hermanos, lo que sugiere que la genética y el entorno familiar explican mejor los resultados.

Otros estudios a gran escala realizados en Europa y Japón durante 2025 (Prada et al., 2025) han sugerido que lo que podrían parecer pequeñas asociaciones entre el uso de paracetamol y trastornos del desarrollo neurológico son, en realidad, atribuibles a otros factores subyacentes, como la salud y la genética de los progenitores, el consumo de otros medicamentos y otros elementos ambientales.

No hay estudios que avalen el uso de la leucovarina para tratar el autismo

El ácido folínico, también llamado leucovorina, es una forma activa del ácido fólico, una vitamina esencial para múltiples procesos biológicos. Tradicionalmente se ha usado en el tratamiento de ciertos tipos de anemia y en oncología, ya que puede potenciar la eficacia de algunos fármacos y, al mismo tiempo, disminuir la toxicidad de otros.

En los últimos años, diversos estudios y ensayos clínicos han investigado el posible beneficio de la leucovorina en personas con autismo, especialmente en lo relacionado con la mejora del lenguaje y la comunicación verbal. Sin embargo, los resultados aún no son concluyentes y conviene recordar que el autismo es un fenómeno complejo que no puede explicarse ni abordarse únicamente a través de este enfoque.

El mayor número de diagnósticos se debe a una mejor identificación, más conocimiento y mayor conciencia social

“El aumento meteórico del autismo se encuentra entre los acontecimientos más alarmantes en la historia de la salud pública”, ha asegurado Trump. Por ello, ha anunciado una partida de más de 50 millones de dólares para que los Institutos Nacionales de la Salud investiguen sobre las causas del autismo.

Desde Autismo España insistimos en que la evidencia científica (Lord et al., 2020) indica que el aumento en las tasas de diagnóstico del autismo en las últimas décadas se debe principalmente a factores como:

  • la revisión y ampliación de los criterios diagnósticos
  • la mayor conciencia social y profesional
  • el mejor acceso a servicios clínicos y educativos en muchos países

Conviene aclarar también que, mientras que en Europa se habla de una prevalencia de 1 caso de autismo por cada 100 personas, en Estados Unidos, los últimos datos de prevalencia apuntan a que 1 de cada 31 niños/as va a tener un diagnóstico de autismo (CDC, 2025). ¿A qué se debe esta diferencia?

  • Estos datos se obtienen de estudios de cribado que únicamente estiman la frecuencia de ‘casos posibles’ dentro de una población.
  • Un ‘caso posible’ no significa necesariamente un diagnóstico confirmado de autismo. Para confirmar el diagnóstico se necesitan pruebas clínicas especializadas (evaluaciones psicológicas, psiquiátricas, entrevistas a la familia, observación directa, etc.).
  • Este estudio se quedó en la fase inicial y no se completó con la confirmación de diagnósticos posteriormente.

Las vacunas no causan autismo: existe un consenso científico y profesional global

Numerosos metaanálisis y estudios epidemiológicos a gran escala han demostrado, hace años y de forma concluyente, que no existe una relación causal entre la vacunación infantil y el desarrollo del autismo. Asimismo, la comunidad científica internacional, asociaciones profesionales de distintas disciplinas, así como organismos de referencia como la Organización Mundial de la Salud o el propio Ministerio de Sanidad español, han declarado repetidamente que las vacunas son seguras y no están asociadas con el autismo, publicando numerosos informes que desmontan este bulo.

El autismo no es una enfermedad: es una condición del neurodesarrollo

El autismo no es una enfermedad que prevenir ni una patología a eliminar. Es una condición del neurodesarrollo con una base biológica compleja, que configura formas diversas de percibir, procesar e interpretar la información y, por lo tanto, de comprender e interactuar con el entorno. Así lo reconocen organismos internacionales, comunidades científicas, asociaciones profesionales y, especialmente, las organizaciones de personas con autismo y sus familias, que reclaman un enfoque social basado en los derechos humanos que respete y celebre la diversidad.

Los marcos actuales, como la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF, OMS, 2001) y la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD, ONU, 2006), inciden en que las dificultades que pueden experimentar las personas autistas emergen de la interacción entre las propias características que definen el autismo y las barreras sociales, comunicativas y estructurales que existen en la sociedad, y no de una condición inherente que defina a la persona.

Desde esta perspectiva, el abordaje del autismo debe centrarse en facilitar apoyos individualizados, en eliminar barreras y estigmas sociales, y en garantizar los derechos fundamentales, pero no en intentos de buscar una causa única o una “cura”.

Promover enfoques médicos restrictivos y reduccionistas perpetúa la estigmatización y desenfoca las prioridades que deben abordar tanto los poderes públicos como el conjunto de la ciudadanía, construyendo una sociedad accesible, respetuosa con los derechos humanos y centrada en promover la calidad de vida con un enfoque centrado en la diversidad.