Seguimos compartiendo testimonios en primera persona que ayuden a comprender y normalizar el trastorno del espectro del autismo (TEA). Hoy os traemos el de Inés Bullard, una mujer peruana, estudiante de Creación y Producción escénica, que ha encontrado en el arte la mejor manera de comunicarse con su hermano pequeño, Alfredo, diagnosticado de TEA. «El arte y la escena es una vía para compartir mundos, perspectivas y comprendernos el uno al otro», asegura Inés, que también reflexiona en este texto sobre la complejidad de las relaciones humanas, las preconcepciones que tenemos y la necesidad de abrirse a la neurodiversidad para reconocer el potencial de las personas con TEA y todo lo que puedan aportar a la sociedad.Y es que, como afirma Inés, «Alfredo me ha enseñado muchísimo toda su vida, y lo seguirá haciendo».
TESTIMONIO DE INÉS BULLARD
Cuando tenía 3 años y medio, me entregaron un hermano menor.
Alfredo. Se llamaba igual que mi papá. Igual que yo, Inés, como mi mamá. Era chiquito, muy chiquito. No hacía mucho ruido. Aunque no fuera consciente, mi relación con ese ser pequeño y extraño, ese ser silencioso, había comenzado. 3 años después lo diagnosticaron dentro del espectro autista. Al crecer, me iba dando cuenta de que Alfredo era diferente. No me miraba fijamente, hacía ruidos raros y, a pesar que jugábamos mucho, siempre sentía que vivía en su propio mundo. No lo entendía.
Tomé la decisión de estudiar Artes escénicas cuando Alfredo era aún un enigma para mí. En el 2019, no sabía muy bien qué hacer para mi curso de “Dirección 2” y casi, como un impulso, solté la idea: hacer una obra con Alfredo. De ese proceso decantó una pequeña obra de teatro titulada “El niño ave y el robot”. Esta pieza partía de un mundo mágico de 4 reinos creado por Alfredo y habitado por monstruos y seres fantásticos: los pacíficos hombres ave, los racionales y egocéntricos robots, los Lagares feroces y los Magmos de lava despiadados. De la historia no sólo emergió este mundo fantástico, sino también una profunda consciencia de que el mundo interno de cada ser humano es infinitamente complejo y que, a través de él, tal vez podemos empezar a conocernos mejor a pesar de las diferencias. Así, a través del arte y de la escena, tal vez habíamos encontrado una vía para compartir mundos, perspectivas y comprendernos el uno al otro.
Este proceso tan rico para ambos motivó mi investigación de tesis durante el 2021. Esta buscó expandir el universo que habíamos creado juntos y continuar proporcionando espacios para entendernos. De ella nació “El Hombre Ave el Robot”, un documental escénico. Durante la pieza, buscamos explorar nuestra relación fraternal a través de entrevistas con nuestras familias (padres y hermanas mayores) y una historia fantástica creada conjuntamente. En esta historia fantástica, un Hombre Ave y un Robot que nacen diferentes al resto se embarcan en una aventura en la que enfrentarán a lagartos con garras afiladas, monstruos de lava asesinos y a quienes habitan bajo sus máscaras. Una historia de seres fantásticos, de aventura, de amor. Y una historia de dos hermanos que buscan entender qué los separa y, sobre todo, qué los une.
Alfredo me ha enseñado muchísimo toda su vida, y lo seguirá haciendo. De igual manera, este proceso también me ha enseñado muchísimo y creo que es algo que marcará mi vida. Este ha permitido espacios para pensar lo neurodiverso y lo neurotípico, lo normal y lo diferente, no como categorizaciones absolutas ni símbolos de diferencia, sino como una característica más en el entramado complejo y multidimensional que es cada ser humano. Ni una palabra ni la otra puede ser suficiente para determinar una identidad individual, de la misma forma que ni una ni la otra es prescindible en el proceso de tratar de entendernos el uno al otro. Lo que nos otorga la ficción, lo fantástico y lo escénico son formas de reflexionar respecto a la complejidad de las relaciones humanas, las categorías identitarias que las moldea y sobre las preconcepciones que tenemos sobre lo que es, o no es. Queda en cada uno de nosotros reflejar esos pensamientos en acciones que busquen formas de comunicación con aquellos que consideramos diferentes, para encontrar en el proceso aquello que nos hace similares.
Inés Bullard