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27.05.2019 Accesibilidad

La Asociación APNABI-Autismo Bizkaia analiza los estados de ansiedad en las personas con autismo

apnabi

Las personas con TEA son más vulnerables a la ansiedad, fallan en el empleo de estrategias de regulación, responden de manera más intensa a estímulos con carga emocional y necesitan más tiempo para restablecer el equilibrio emocional. Estas son algunas de las principales conclusiones de la jornada organizada por la Asociación APNABI-Autismo Bizkaia en el marco del Aula APNABI, que promueve la formación de las familias asociadas con el fin de ofrecer respuestas a las dudas e inquietudes que surgen en el cuidado y la atención de las personas con TEA. En este encuentro, que ha contado con la participación de casi 200 familias, se han analizado las manifestaciones, los factores desencadenantes y los procedimientos de regulación emocional para abordar las intervenciones en las personas con TEA.

Entre los factores más comunes que desencadenan la ansiedad, la psicóloga Marisa Pacheco, terapeuta del Centro de Psicología y Lenguaje Deletrea y profesora titular del Master en TEA del Instituto Superior de Estudios Psicológicos, ha señalado las dificultades de comunicación y del manejo de las relaciones interpersonales, el miedo al fracaso y a las críticas o un estilo cognitivo caracterizado por un pensamiento negativo. La ponente también ha destacado que la ansiedad agrava la sintomatología específica del TEA y que los estados de desregulación emocional están en el origen de muchas conductas desadaptadas. En este mismo sentido, ha indicado que las investigaciones apuntan a que la regulación emocional es un indicador de buen pronóstico que, además, favorece la disposición para aprender e implicarse socialmente. “La regulación emocional —ha dicho— es un elemento sobre el debe pivotar la intervención en las personas con TEA”.

Marisa Pacheco también ha enumerado una serie de habilidades a promover en las personas con autismo para contribuir a una adecuada regulación de las emociones (como las relacionadas con la propia autorregulación, la resolución de conflictos, la flexibilidad cognitiva y conductual, las socio-comunicativas y las estrategias para afrontar miedos y fobias) y ha manifestado la necesidad de abordar modificaciones en los entornos físico y social, con el fin de evitar sobrecargas de estímulos y situaciones frustrantes y de reducir incertidumbres. “Antes de empezar a enseñarle habilidades cognitivas al niño, tenemos que hacer que el entorno sea soportable. Ningún niño puede aprender si está constantemente al límite. La mejor manera de ayudar a que una persona con TEA cambie a mejor, asegura Pacheco, consiste en que nosotros cambiemos nuestras actitudes, nuestro comportamiento y el tipo de ayuda que ofrecemos”.